miércoles, 31 de mayo de 2017

Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 5

En este capítulo Kenyon nos muestra no solo el significado de la justicia sino también lo que significa para nosotros por estar en Cristo.


Capítulo 4
LO QUE LA JUSTICIA SIGNIFICA

No hay otra palabra en la Biblia, o en la teología, que es menos entendida y apreciada que esta palabra. Sin embargo, envuelta en ella está todo lo que la humanidad ha anhelado.
Esto que la justicia da al hombre es el padre de todas las religiones humanas. Las mayores religiones inmorales del paganismo, y las refinadas religiones filosóficas culturales de los días modernos, son todas, hijas del deseo del hombre por las cosas que la justicia le da.
La justicia restaura al hombre todo lo que perdió en la caída, más una nueva relación como un hijo con todos sus privilegios.
Veamos algunas de las muchas cosas que la Justicia nos da tal como está revelado en la obra terminada de Cristo.

NUESTRA POSICIÓN ES RESTAURADA
La justicia viene a nosotros en la Nueva Creación. Ella restaura nuestra posición ante Dios. Ella quita la vieja conciencia de pecado que ha imposibilitado y robado nuestra iniciativa espiritual, confesión y seguridad de Su presencia. Ella restaura al hombre una posición ante el Padre bajo la misma base que Jesús disfruto en Su caminar terrenal.
Recuerda la osadía de Jesús en la presencia del Padre, su osadía ante los satanás.
Él sabía que tenía el derecho legal de estar en la presencia del Padre. Él sabía que era amo sobre satanás y todas sus fuerzas. 
Recuerda cómo estuvo sin miedo en la tempestad, y que absoluto gobernador era sobre las leyes de la naturaleza.
No tuvo miedo de decir al muerto Lázaro, incluso en presencia de un gran número de personas, "Lázaro, sal fuera".
No tuvo el sentido de inferioridad en la presencia de la muerte. No tuvo sentido de inferioridad en la presencia de la enfermedad. No tuvo miedo de hablar a los lisiados y mandó que se quedaran sanos.
La justicia es autoritaria.
El problema es: ¿Dios restauró la justicia del hombre? Esta es la razón por la que escribimos este libro. Estamos tratando de responder a este antiguo problema.

LA COMUNIÓN ES RESTAURADA
La justicia restaura al hombre su comunión perdida.
Vemos la comunión ilustrada en la vida de Jesucristo. Él se acercó al Padre con la misma libertad que un niño se acerca a sus padres. Él se dirigió al Padre con la familiaridad y simpleza que un hijo se acerca a su padre.
Jesús disfrutó de una comunión única. No había sentido de culpa, ni sentido de pecado, ni de condenación en el espíritu de Jesús. 
Nuestros corazones preguntan hoy: "¿Puede Dios restaurar tal justicia al hombre?"
Creemos que sí. Creemos que la obra terminada de Cristo lo garantiza.
Jesús no tuvo sentido de escasez cuando necesitó dinero para pagar Su impuesto, le dijo a Pedro vaya, pescase un pez y que encontraría dinero en su boca.
Cuando alimentó a la multitud de cinco mil, ellos le entregaron cinco pan y dos pequeños peces. Él bendijo el pan y lo partió. La multitud fue alimentada y doce quedaron cestos.
No tuvo sentido de falta de dinero, ningún sentido de falta de amor, falta de conocimiento o falta de capacidad en algo.
Él no tuvo sentido de conciencia del pecado, ni sentido de complejo de inferioridad.
Esa justicia que Jesús tenía, le dio la más dulce y perfecta comunión con el Padre.

LA FE ES RESTAURADA
La justicia restaura al hombre su fe perdida.
Si quieres verlo ilustrado, ve a las ciudades y mira a las congregaciones reunidas para oír a hombres y mujeres hablar sobre psicoanálisis o, en otras palabras, cómo obtener fe en sí mismo para convertirse en señores sobre otros que no tienen fe en sí mismos.
Jesús no tuvo falta de fe. Él creyó en él mismo. Él creyó en su misión. Él creyó en su Padre. Y Él debe haber creído en la humanidad.
Si quieres ver la necesidad de la justicia restaurada, ve a nuestras Iglesias y mira la explícita falta de fe del gran Cuerpo de Cristo. 
Ellos son como Tomás que dijo: "No creeré hasta que ponga mi dedo en la señal de los clavos en su mano y ponga mi mano en su costado".
La fe de Tomás, como esta del cristianismo moderno, era la fe del Conocimiento de los Sentidos. Es la fe en lo que se puede ver, oír y sentir.
Esta es la razón por la cual algunos de los movimientos modernos, que tienen muchas demostraciones físicas, han desafiado la fe de multitudes.
Esta es la fe en el Conocimiento de los Sentidos.

LA PAZ ES RESTAURADA
Sólo cuando la justicia es restaurada la paz puede ser restaurada. Ella restaura nuestra paz con Dios. El individuo es como la multitud. La multitud es como la nación; agitada, sin descanso, sin tener paz o quietud. 
Isaías 57.20-21 dice: "Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos.” 
El sentido de falta, el sentido de culpa, el sentido de necesidad, la conciencia de cargas y facturas no pagadas llena el corazón de ansiedad y falta de descanso.
La justicia restaura la quietud y el descanso al espíritu. Ya no tenemos miedo de las facturas, ya no tenemos miedo de las circunstancias. La fe se levanta inconscientemente y nos enfrentamos a las condiciones más adversas con un sentido de superioridad. Somos amos. No hay nada que el hombre necesite tanto hoy como un sentido de justicia.

LA LIBERTAD ES RESTAURADA
No sólo restaura la paz, sino que le da al hombre la cosa por la que el corazón humano ha buscado y luchado a través de las edades: la libertad.
La libertad más grande no es la libertad política, la libertad de la preocupación financiera o la incomodidad física, sino la libertad de la Conciencia del Pecado.
La justicia restaura la libertad al hombre; la misma clase de libertad que Jesús tenía, el tipo de libertad que el humano ha anhelado por encima de cualquier otra cosa. 
Es libertad en Cristo, libertad del temor de Satanás, libertad del temor del hombre porque confiamos en Dios con todo nuestro corazón. No nos apoyamos en nuestra propia prudencia.
No estamos atormentados ​​y deprimidos por el Conocimiento de los Sentidos o por las circunstancias. Estamos en la dulce y maravillosa conciencia de: "Mi Padre es más grande que todos", y "Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo".
Se nos ha otorgado la filiación.
La justicia nos da la dulce conciencia de los privilegios de la filiación. Somos hijos. Dios es nuestro Padre. Somos Sus hijos. Estamos en su familia. Conocemos a nuestro Padre. Él nos ama y lo amamos.

La justicia nos devuelve el gozo, la alegría indescriptible de la comunión con el cielo en términos de igualdad. No somos siervos. No somos pecadores. Somos hijos. Somos herederos de Dios y coherederos con Jesucristo.

Traducido del libro "Dos Clases de Justicia" de E. W. Kenyon

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Dos Clases de Justicia (E. W. Kenyon) - Parte 2

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